El Palacio Inmaculista de María
obra de Álvaro Abril Vela
obra de Álvaro Abril Vela
Justificación del proyecto:
La Hermandad ha buscado desde un
principio el movimiento rocalla dentro del estilo rococó como sello de
identidad estética para su patrimonio por lo que abundamos en el proceso
creativo del mismo. La rocalla es con toda seguridad, la decoración menos empleada
por las Hermandades españolas y sólo en los últimos años algunos trabajos
buscan en este movimiento plástico las líneas de creación de su patrimonio.
Este paso de palio, homogéneo en su composición, se concibe como una estructura
análoga basado en el criterio de la historiografía artística contemporánea que
denomina a la rocalla como adjetivo y que en los últimos tiempos y según los
criterios del profesor Alain Gruber puede ser clasificado como “El imperio
rocallesco”.
Nos movemos en torno a dos hechos
históricos que justifican la presencia de la rocalla como lenguaje del Paso de
Palio de la Santísima Virgen de la Estrella. De un lado, el comienzo de la
advocación Estrella con la ubicación de dicha Imagen en sustitución del lienzo
de la Antigua en la Puerta de la Estrella de esta ciudad, que ocurrido en 1726,
su traslado al Convento de San Francisco coincide con el nacimiento del estilo.
Por otro, las obras acaecidas a
mediados del siglo XVIII en la actual Sede Canónica de la Hermandad,
corresponde igualmente con el periodo histórico que nos acompaña. Al fin,
proponemos una decoración delimitada en el tiempo por las obras que tuvieron
lugar desde 1751 a 1775. En ese año de 1751 penetra la rocalla en España
mediante el centro de mesa que como obsequio diplomático recibe la Corte
Española, de manos del Marqués de la Ensenada.
Al cabo de todo, el programa
iconográfico queda adscrito a la historia del Inmaculismo dentro de la Orden
Franciscana que inspira y presta su carácter a la Hermandad, teniendo en otro
histórico desarrollado en estas fechas, la justificación evidente del estilo
que defendemos: la proclamación de la Inmaculada Concepción como Patrona de
España y sus Reinos, que a petición de Carlos III queda refrendada mediante la
bula “Quantum Ornamenti” el 25 de diciembre de 1760. Así pues, todo el
lenguaje decorativo al que va a quedar adscrito el Paso de Palio será el
desarrollado en el tercer cuarto del siglo XVIII basándonos para ello en
referencias áulicas europeas del momento, de forma que podamos estas andas
procesionales vengan a titularse como el Palacio Inmaculista de María.
Aportaciones e innovaciones del paso de palio de María Stma. de la Estrella:
Bajo el criterio de aportarle una
sugerente innovación al diseño, se ha recurrido a referentes decorativos del
tercer cuarto del siglo XVIII con guiños a la retablística cacereña de la época
además de emplear el lenguaje rocalla de los grandes trabajos palatinos
europeos de este periodo. Con ello, se trataba de confeccionar un conjunto
reconocible e identificativo, nuevo y capaz de renovar la expresión artística
del paso de palio, tomando como referencia un “pseudo estilo” histórico pero
nunca antes empleado en las disciplinas artísticas cofrades.
El guión seguido no es otro que la
Declaración del Patronato de la Inmaculada sobre España y sus Reinos, culmen
del azaroso viaje de más de dos siglos emprendidos por el pueblo español y
especialmente su Corona y que casa en el tiempo con el estilo en boga en esos
momentos en Europa. Sin duda, el espíritu seráfico de la Hermandad ha pesado en
la elección del tema iconológico que inspira tanto la iconografía del Paso de
Palio como sus tonalidades, empleo de materiales y trabajos decorativos.
A este respecto tenemos que
incidir en las combinaciones cromáticas, seguras insinuaciones al uso del
Privilegio Español del empleo del color celeste para la festividad de la
Inmaculada Concepción. En concreto y en base al S. R. C. 23 Febrero 1839, ad 2
(n. 2788), este privilegio era ampliado a la Orden Franciscana por su defensa
inmaculista, con la variante del tono para distinguirlo de la reserva del
privilegio a España, de ahí el color turquesa empleado en los elementos textiles
del Paso de Palio.
·
Diseño
homogéneo de un mismo periodo histórico (1751-1775).
·
Inspiración
en el rococó de Cáceres.
· Insinuación
a la Advocación Salud con la inclusión del Retablo homónimo del Santuario de la
Virgen de la Montaña.
· Temática
Inmaculista en las tonalidades, privilegio franciscano litúrgico de la
Solemnidad de la Inmaculada y programa iconográfico seráfico-concepcionista.
· Uso de
materiales inéditos como la madera de naranjo (“Mater Intemerata”).
Combinaciones de materiales inusuales en el patrimonio artístico de las
Hermandades cacereñas.
·
Celosía de
estrellas en alusión a la Advocación de la Santísima Virgen.
·
Empleo del
cordón franciscano como elemento ostensible de la decoración de la peana.
· Uso de la
simbología e iconología del Antiguo Testamento (la Profecía del Varón de
Dolores de Isaías) y de las Letanías Lauretanas.
· Apunte a
la tradición del Rezo del Vía Crucis y la introducción de la Piadosa Práctica
por la Orden Franciscana.
·
Inspiración
en la colección rocalla de bordados del Monasterio de Guadalupe.
·
La
iconología de la Estrella, los Siete Dolores de la Virgen y el Cordón
Franciscano.
Descripción del conjunto:
Bambalina
Cornisa moldurada en rocalla
articulada y con ángulos de ruptura queda presidida por un florón. Actúa a
manera de una celosía formada por rebordes marinos montada en plata sobre carey
con la pretensión de arrojar gracilidad al conjunto. A partir de esta nace una
bambalina de forma que contiene una decoración en base a zarcillos y flores y
mezcla el terciopelo turquesa con la malla de plata, bordándose todo en plata
en alusión al carácter inmaculista que se le otorga a todo el conjunto. Las
bambalinas exhiben en cartuchos, cuatro cartelas, una por cada lado, una serie
concepcionista relacionada con la Orden Franciscana, la devoción a la
Inmaculada Concepción y la Protección de la Corona de España. La cartela
central de cada paño de las bambalinas constituye una pieza montada al aire
componiendo celosías diferentes que otorguen ingravidez y movimiento al
conjunto.
El conjunto se remata por 53
borlones pendientes del frontal en alusión al capítulo 53 del Libro de Isaías:
el argumento apologético del Varón de Dolores o la profecía sobre la Pasión de
Cristo, además de ser las 53 alabanzas recogidas en las Letanías Lauretanas,
desde “Santa María” a “Reina de la Paz”.
Techo de
palio:
Sobre terciopelo turquesa y malla,
bordado en plata, se trata de tres juegos concéntricos de cenefas de rocalla
con repujado radial que dan la sensación de movimiento gracias a los contra
juegos aovados de la decoración vegetal. En las esquinas y centros de los
márgenes externos del diseño se recogen seis cartelas, dirigidas hacia la
escena central de la Gloria del techo de palio, quedando pues inscritas, siete
escenas, los siete Gozos que conforman la Corona Seráfica Franciscana. El
bordado es de un profundo relieve mediante pellejinas.
Varales:
Parten de un basamento en forma de
boya cóncava en donde se despliega la rocalla, que da paso a una columna
festoneada de guirnaldas e interrumpida por macollas arquitectónicas que dan
contundencia al fuste liso del varal. Se remata en un pináculo en forma de
pabellón arquitectónico.
Respiradero:
Confeccionado a manera de
arquitrabe arquitectónico se articula mediante pantallas que contiene marcos de
rocalla, con un repujado radial. Tres grandes cartuchos en plata encerrando el
carey se combinan por escudetes en cascada, asimétricos. En las esquinas,
fuertes volutas contorsionadas restan horizontalidad al conjunto. Todo este
moldurón da paso a una celosía de rocalla de la que penden 14 borlones, por
cada una de las Estaciones del Vía Crucis, piadosa costumbre introducida por la
Orden Franciscana. La celosía se compone de estrellas, en alusión a la
Advocación de la Santísima Virgen.
Peana:
Se trata de un contra juego de
cuerpos aovados con ornamentación de rocalla en cascada formando escudetes o
cartuchos sobre entablamentos ondulantes y trazas de cornisas arquitectónicas
en torno a los óculos en forma de concha marina. En plata y carey, la peana
nace de un bocelón mixtilíneo sobrecargado de perfiles. En el frontal de la
pieza se registra un cartucho mientras que los laterales son cornucopias
rocalla basadas en el Retablo del Altar del Cristo de la Salud del Santuario de
la Virgen de la Montaña. Todo el conjunto se remata con pináculos y cuatro
guardabrisas pensados para iluminar con un contrapicado que resalte a la
Santísima Virgen en la Estación de Penitencia.
Jarras:
Abigarrada composición de motivos
abstractos en tornapuntas y formas aveneradas, nacen de un pie oval sobre el
que campan los perfiles convexos. Dos Amores en actitud tenante flanquean la
obra y de donde parten los roleos decorativos y las guirnaldas, que caen desde
el cartucho rocalla del centro. La boca de la jarra está formada por una
celosía. El carey está estratégicamente ubicado al inicio y fin de la pieza
para la combinación cromática y restarle gravidez a la misma.
Faroles:
Son piezas basadas en el
mobiliario áulico del Palacio Real de Madrid y en las decoraciones de aparato,
tanto lumínicas como decorativas de las Salas Regias de dicho Palacio. Un pie
escalonado de cuello cilíndrico en cuyo contorno se adscribe la vegetación
rocalla da paso al farol que mezcla arquitectura por medio de cornisas sinuosas
y elementos auriculares de acentuados resaltos. A los lados, dos
amorcillos a manera de las piezas de platería y bronce versallescas sostienen
la guardabrisa de fuerte molduración.
Faldones:
Una cenefa que repite la
decoración vegetal de los tapices regios de Prusia da paso a una escena central
presidida por siete grandes cartuchos de rocalla en recuerdo de los Siete
Dolores de María, intercalados por un campo de estrellas en dos tamaños distintos,
alusión a la Advocación de la Virgen.
Con la intención de crear un nuevo modelo de faldón y
teniendo en cuenta que será una pieza de gran protagonismo en este paso, puesto
que la estrechez y horizontalidad del respiradero conforman un solo conjunto
con esta pieza textil, queda compuesto en rectángulo, creado por una
cenefa de rocalla que alterna galones movidos y entrelazados por conchas y
hojarascas que se repiten perimetralmente.
Siete medallones de rocalla a base de riñones y pellejinas
evocan los Siete Dolores de Nuestra Señora, mientras que un salpicado de
estrellas en dos tamaños se reparten de forma homogénea por toda la superficie
de terciopelo, nuevamente en alusión a la advocación de la titular.
Candelería:
En consecución con la línea de
inspiración palaciega de todos los elementos, los candeleros recuerdan a las
piezas lumínicas de los salones de trono sencilla y ornamentación rococó con
fuertes contracurvas e importantes volúmenes en su repujado.
Integran fondos en carey siguiendo con el juego cromático de
toda la orfebrería, y llama la atención por la taza en cristal tallado.
Programa iconográfico:
Ciclo de la Inmaculada y la Orden
Franciscana
Ciclo de la Corona Seráfica
Franciscana.
Ciclo de la Virgen y la Orden
Franciscana.
Todo el conjunto se basa en la
fuerte influencia del espíritu seráfico en la Hermandad, de suerte que se narre
el influjo y la aportación que la Orden de San Francisco tuvo en la defensa del
Dogma Inmaculista. El carácter franciscano del programa iconográfico tiene
igualmente un recuerdo al Monasterio Guadalupano, bajo la espiritualidad de los
Hijos del Poverello y se recuerda al fin, el rezo mariano seráfico.
Ciclo de
la devoción Inmaculista en la Orden Franciscana:
Se trata de la narración del
empeño seráfico en la defensa de la Inmaculada Concepción y del papel
desempeñado por los santos y filósofos de la Orden a lo largo de los siglos.
Como Patrona de la Orden, la Purísima Concepción aparece en cuatro escenas, una
por cada lado de las bambalinas, bajo los modelos pictóricos del barroco
español. Igualmente, se incide en la defensa hispana de esta creencia hasta la
consecución dogmática. Las escenas se contienen en cartuchos asimétricos quedando
así inscritas:
Frontal: la Inmaculada
Franciscana, basada en la “Aparición de la Inmaculada a San Francisco” de Juan
van der Harmen del Convento de Santa Isabel de los Reyes de Toledo.
Trasera: Proclamación Dogmática de
Pío IX, inspirado en el lienzo de Alfonso Grosso (1964) “La Proclamación del
Dogma de la Inmaculada”.
Costero Derecho: Apoteosis de la
Inmaculada Concepción ante los Reinos Españoles, de Francisco Antonio Vallejo,
o la Alegoría de la Consagración de España por parte de Carlos III a la
Inmaculada Concepción (ca.1760).
Costero Izquierdo: Los Padres
Franciscanos iluminados por la Virgen, sobre el lienzo de Albert Kichler “La
Inmaculada y los Santos Francisco de Asís, Buenvaventura, Antonio de Padua y el
Beato Juan Duns Scoto.
Ciclo de la Corona Seráfica:
La práctica devoción del rezo del
Misterio de las siete alegrías de la Virgen María comenzó en el Convento de
Asís en 1442 y fue difundido especialmente por San Buenaventura, San Juan de
Capistrano o San Bernardino de Siena entre otros. De hondo predicamento en el
pueblo y obligado cumplimiento en la espiritualidad seráfica, las siete escenas
de estos Gozos de la Santísima Virgen quedan reservados para el techo de
palio, de suerte que en el exterior del mismo se ubiquen seis escenas y
en la gloria del techo de palio la última. Quedarían, desde la trasera hacia
delante en este orden:
La Anunciación a la Santísima
Virgen {Lucas 1:26-33; 38}
La Visitación de María a su prima
Isabel. {Lucas 1:39-45}
El Nacimiento de Nuestro Señor
Jesús. {Lucas 2:1-7, u 2:6-12}
La Adoración de los Reyes
Magos/Epifanía. {Mateo 2:1-2, y 9 -11}
La Presentación de Jesús en el
Templo. {Lucas 2:22-23; 25-32}
La Resurrección de Nuestro Señor
Jesús. {Marcos 16:1-7, Lucas 24:36-41, Juan 20:19-22}
La Gloria, reservada para:
La Asunción y Coronación de la
Virgen Santísima. {Lucas 1:46-55, Salmo 45(44):11-14, Apoc.12:1;5-6}
Ciclo de la Virgen y la Orden Franciscana:
Los respiraderos contienen esta
sucesión de alegorías en torno a la huella mariana en la Orden de San Francisco
así como las devociones extremeñas a sus Santos Patrones, teniendo en cuenta la
relación inexcusable con la Orden Franciscana.
El frontal del respiradero
recogerá al Santo Padre Seráfico en la “Visión de San Francisco de Asís en la
Prociúncula”.
El Costero derecho acoge la
cartela de la “Aparición de la Santísima Virgen de Guadalupe a Gil Cordero”. En
la cartela hará notarse la leyenda Hispaniarum Regina, recordando aquel 12 de
octubre de 1928, cuando el Cardenal Primado Su Eminencia Pedro Segura y Sáez,
ante Su Majestad Alfonso XIII, coronaba a la Santísima Virgen y el Rey de
España, le otorgaba la denominación de Reina de las Españas. Hágase notar que
el fraile al que se apareció la Virgen era franciscano y que desde 1908, la
Orden Franciscana rige y atiende el Monasterio de Guadalupe.
El Costero Izquierdo: encarna el
glorioso “Tránsito de San Pedro de Alcántara” siendo acompañado por la Virgen;
Con las cartelas de los laterales,
además, quedan festoneados los Santos Patrones de Extremadura.
5.
Modelos
áulicos y rococó cacereño como inspiración del conjunto:
Cornisa o crestería: Barandilla de
Comunión de la Cartuja napolitana de San Martino, clave en el diseño de
transición hacia el rococó mediante la articulación decorativa basada en el
dibujo auricular. Obra de Giuseppe Sammartino de 1760.
Bambalinas: Dosel del Besamanos de
María Amalia de Sajonia en la Santesala del Salón del Trono del Palacio Real de
Aranjuez de Antonio de los Ríos (anterior a 1760).
Techo de Palio: Cartuchos y flores
del Retablo del Santísimo Cristo de la Salud del Santuario de la Virgen de la
Montaña, Patrona de Cáceres, obra de Vicente Barbadillo y Joaquín Rodríguez, de
1754 a 1764. Además, cuenta con el repertorio decorativo del Conjunto Litúrgico
del Pontifical de Fernando VI de la Capilla del Palacio Real de Madrid, obra de
1761.
Varal: Trono de la Sala de
Audicencias del Palacio Real de Estocolmo, ejecutado para la coronación de
Adolfo Federico, en 1751. Diseño de Jean Rehn y la balconada auricular del
Palacio Nuevo de Postadm de Federico II de Prusia (Federico el Grande), obra de
Carl von Gontard en 1764.
Respiradero: cartucho de rocalla
de las columnas y mensulones de rocalla del sotobanco del Retablo Mayor de la
Iglesia de San Francisco Javier, “La Preciosísima Sangre”, de Cáceres; anónimo
y terminado en 1755.
Peana: Estufa real del Palacio
Imperial de Schönbrunn, Viena del pintor Bergl, 1751. Púlpito de la Iglesia
Parroquial de Fischlam: La pesca milagrosa y la Alegoría del Verbo.
Jarras: Relicarios rocalla del
Palacio Medici Riccardi de Florencia.
Faroles entre varales: mediante
los diseños y ejecuciones de Pierre Jaquet-Droz para la colección regia de
relojes del Palacio Real de Madrid, y en concreto el Reloj conocido como
"El Pastor" del Salón de Gasparini, ejecutado en 1758.
Candeleros: Candelabros de la
Galería de la Sala de los Espejos del Palacio de Charlottenburg y los candelabros
de escolta del Trono de España en el Palacio Real de Madrid (1759-1761).
Faldones: Diseños para tapices del
Palacio Real de Postdam bajo el dibujo de los Hoppenhaupt para el Neues Palais
de Federico II.
Retablo del Altar Mayor de la
Iglesia de San Francisco Javier, La Preciosísima Sangre, terminada en 1755. Un
templo tan transgresor con las tradiciones constructivas cacereñas no podía
sino contar con un retablo absolutamente rompedor con el churriguerismo que
entonces se estilaba en la ciudad y aún en Extremadura. Se trata de una obra
encuadrada dentro del barroco clasicista con algunos resabios rococó. Se data
en 1752, aunque se desconoce el autor. mensulones de hojarasca del banco.
También se observan otras dos curiosas columnas intermedias intencionadamente
partidas, de tal modo que mínimos trozos de fuste se unen a los capiteles y
basas. Remata la Inmaculada.
Retablo del Santísimo Cristo de la
Salud del Santuario de la Virgen de la Montaña, Patrona de Cáceres, obra de
Vicente Barbadillo y Joaquín Rodríguez, de 1754 a 1764.
Alfombra de Antonio Gasparini y
Juan López de Robredo, siguiendo diseños de Manuel Muñoz de Ugena de las
colecciones reales de Carlos III. Con Carlos III (1759-1788) se tejieron
numerosas series, entre las que destacó la destinada a decorar el dormitorio
del monarca en el Palacio Real de Madrid. Durante este periodo los pintores de
cámara continuaron suministrando cartones para la realización de las diferentes
series.
Programa decorativo del Salón de
Carlos III, o vestidor regio diseñado por Matías Gasparini, (en adelante, el
Salón Gasparini del Palacio Real de Madrid)
Orfebrerías áulicas del reinado de
Carlos III bajo diseño de Pierre Jacquet Droz.
Dibujos de mobiliario del Palacio
Real de Antonio de la Calleja (1751).
Piezas litúrgicas del Pontifical
de Fernando VI para la Capilla del Palacio Real de Madrid.
Casulla roja de Fray Cosme de
Barcelona del Monasterio de Guadalupe.
Sitial con dosel de la Capilla
Real de Antonio Gómez de los Ríos a juego con el Dosel del Besamanos de María
Amalia de Sajonia.
Dosel del lecho mortuorio del
Palacio Real de Madrid.
Galería dorada del Palacio Real de
Charlottenburg de Johan Michael Hoppenhaupt (1750 y ss.)
Sala de Conciertos y Biblioteca
del Palacio de Sanssouci.