SOLEMNE
Y PIADOSO VÍA+CRUCIS EN HONOR AL SEÑOR DE LA SALUD
(+
D. Francisco Cerro Chaves, Obispo de Coria - Cáceres)
(Dedicado
especialmente el primer sábado de Cuaresma)
V. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.
Introdución:
El Vía Crucis es el camino de la cruz. Es saber que en el seguimiento de Cristo, tarde o temprano nos conduce como camino obligatorio a recorrer el camino de la cruz. Lo mismo que cuando nos hacemos una herida acude la sangre, cuando seguimos al Señor siempre compartimos la Cruz. A veces esa cruz es una cruz sin brillo, tosca, de palo, vulgar: son las más difíciles de llevar. Parece que nadie se percata de nuestro sufrimiento. Entonces solo mirando al Señor de la Salud nos confortamos en medio de tanto sufrimiento.
Este es una Vía Crucis sencillo,
pero a la vez deseo que sea profundo y servicio a la Hermandad de Nuestro Padre
Jesús de la Salud y María Santísima de la Estrella y a todos los cofrades, así
como al Convento franciscano de Santo Domingo y a todo Cáceres, que recorre el
camino de la cruz que no se acaba en la tarde del Viernes Santo, sino que la
última estación de nuestra vida es que Cristo vive para siempre. La última
palabra no la tiene ni la cruz, ni la muerte, ni el llanto, ni el dolor, sino
la alegría del gozo Pascual, de Cristo Resucitado, pues como dice la
Secuencia del Domingo de Pascua: “Resucitó de veras mi amor y mi esperanza”.
Ésta es nuestra Salud.
1ª ESTACIÓN:
JESÚS CONDENADO A MUERTE
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Volvió a salir Pilato y les dijo:
“Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro ningún delito en
él”. Salió entonces Jesús llevando la corona de espinas y el manto púrpura.
Pilato les dijo “Aquí tenéis al hombre”. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes
y los guardias, gritaron: “¡Crucifícalo, crucifícalo…! Nosotros tenemos una
Ley, y según esa Ley debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios”…Pilato hizo salir
a Jesús y se sentó en el tribunal. Dice Pilato a los judíos: “Aquí tenéis a
vuestro rey”… Replicaron los sumos sacerdotes: “¡No tenemos más rey que el
César!”. Entonces se los entregó para que fuera crucificado. (Juan 19, 4…16).
Condenado a muerte es toda persona
injustamente maltratada. Son todos los que están despojados de salud y viven en
enfermedad.
Déjame vivir en Ti. Ayúdame a vivir
amando cuando alguien me haga sufrir. No me dejes caer en la tentación del
desaliento y del cansancio.
Cristo da la salud al Buen Ladrón, a
todo condenado a muerte. Él da la vida por nuestra salvación, nos da la salud
del cuerpo y del alma. Nos llevará a vivir con “los sentimientos de su corazón”
que es gozo desbordante de nuestra existencia.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
2ª ESTACIÓN:
JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Tomaron entonces a Jesús quien,
tomando él mismo su cruz, salió de la ciudad para ir al lugar dicho la
calavera, en hebreo Gólgota. (Juan
19, 16).
“Ahora eran nuestros sufrimientos lo
que soportaba y nuestros dolores por los que estaba agobiado…atravesando a
causa de nuestros pecados, aplastado a causa de nuestros crímenes. El castigo
que nos devuelve la paz cae sobre él y es gracias a sus llagas que hemos sido
sanados”. (Isaías 53, 4-5).
Decía a todos: “Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
Porque quien quiera salvar su vida la perderá, pero aquél que pierda su vida
por mí, ése la salvará” (Lucas
9, 23-24).
Toma la cruz de la falta de salud,
toma la cruz de la depresión, de la angustia. Sólo amándote a Ti, Señor de la
Salud, nuestra vida cambia y podemos llevar con paciencia la cruz de cada día.
Que descubra que solo aceptando lo que no puedo cambiar mi vida se transforme
en fuente de paz y alegría.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
3ª ESTACIÓN:
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Ha llegado la hora de que sea
glorificado el hijo del hombre. “En verdad os digo, si el grano de trigo no cae
en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su
vida, la pierde y el que odia su vida en este mundo la guardará para una vida
eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también
mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre le honrará. Ahora mi alma está
turbada. Y ¿qué voy a decir? ¡Padre, libérame de esta hora! Pero es para esto
que he llegado a esta hora. ¡Padre, glorifica tu nombre! (Juan 12, 23-28).
Las caídas forman parte del camino
del seguimiento de Cristo. Santo no es el que nunca cayó sino el que siempre se
levantó. Solo en la medida en que miramos a Cristo caído, al Señor de la Salud
por los suelos, recuperamos la esperanza en todas nuestras caídas. Es imposible
que mirando a este Cristo de rostro sereno no encontremos la fuente de la
esperanza, incluso en nuestras caídas.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
4ª ESTACIÓN:
JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
Al principio de cada estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Simeón dijo a María: “Éste está
puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y para ser señal de
contradicción, - ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que
queden al descubierto las intenciones de muchos corazones”. (Lucas 2, 34-35).
“Su madre conservaba cuidadosamente
todas estas cosas en su corazón”. (Lucas
2, 51).
Su madre estaba allí, como está
siempre en nuestra vida suscitando esperanza en medio del dolor. María es
“salud de los enfermos”. Ella, Estrella que nos lleva a encontrarnos con el
Señor de la Salud que camina hacia el calvario para devolvernos la verdadera
salud, es decir, la salvación que hemos perdido por el pecado. Ella cura la
mayor de las enfermedades, el egoísmo que me impide confiar en medio de los
sufrimientos.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
5ª ESTACIÓN:
EL CIRINEO AYUDA A LLEVAR LA CRUZ
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
“Cuando llevaban a Jesús, echaron
mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz
para que la llevara detrás de Jesús”. (Lucas 23, 26).
Cirineo es siempre el que nos ayuda
en el camino de la cruz. El gran Cirineo de nuestra vida es el Señor de la
Salud que siempre está ahí, siempre nos espera para confortarnos en todos
nuestros sufrimientos. También tenemos que ser nosotros Cirineos y ayudar a
otros a llevar la cruz diaria y pesada de cada día. Cuando vivimos como
hermanos y nos queremos, son más llevaderas las dificultades y cruces del
camino.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
6ª ESTACIÓN:
LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DEL SEÑOR
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
“Así como se asombraron de él muchos
pues tan desfigurado aspecto tenía –ya no tenía apariencia humana- igualmente
muchas naciones se asombrarán; ante él cerrarán la boca los reyes, pues verán
algo que nunca se les contó… Sin gracia ni belleza para atraer la mirada, sin
aspecto digno de complacencia. Despreciado, desecho de la humanidad, hombre de
dolores, avezado al sufrimiento…Ahora eran nuestros sufrimientos los que
soportaba y nuestros dolores los que lo agobiaban”. (Isaías 52, 14-15 y 53, 2-4).
Verónica es siempre la persona que
enjuga nuestros rostros heridos. Como el Señor de la Salud, la Verónica es
siempre presencia y cercanía en los momentos difíciles. En la Eucaristía
encontramos la presencia viva de Jesús de la Salud, que nos hace descubrir la
salud y la vida. Sin la Eucaristía no podemos vivir, ya que su amor es mucho
más grande que el pecado y la muerte. La imagen que quedó impresa en el pañuelo
de la Verónica nos recuerda las distintas presencias de Cristo, sobre todo en
la Eucaristía y en los pobres.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
7ª ESTACIÓN:
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Jesús les dijo: “todos os vais a
escandalizar, ya que está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán sus
ovejas. Pero después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea”.
Pedro le dijo: “Aunque todos se escandalicen, yo no”. Jesús le responde:
“En verdad te digo, que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante
dos veces, tú me habrás negado tres”. Pero él insistía: “Aunque
tenga que morir contigo, yo no te negaré”. Y todos decían lo mismo. (Marcos 14, 27-31).
Las
caídas no son solo accidentes que sufre Jesús sino que son la elección de su
corazón para estar a la altura y cercano a los que sufren. Esta caída nos
recuerda que el Señor de la Salud, lleno de Misericordia nos ayuda a
levantarnos siempre con esperanza. Es saber que cuando caemos recuperamos la
salud, cuando nos arrepentimos y recibimos el Sacramento de la Penitencia.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
8ª ESTACIÓN:
JESÚS CONSUELA A LAS SANTAS MUJERES
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
“Le seguía una gran multitud del
pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban de él. Jesús volviéndose
hacia ellas les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad
más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegarán días en
que se dirá: “¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y
los pechos que no amamantaron! Entonces se podrán decir a los montes:
¡Caed sobre nosotros! Porque si en el leño verde hacen esto, en el
seco ¿Qué se hará?”. (Lucas
23, 27-31).
El Señor de la Salud siempre nos
consuela. Es muy humano y muy cristiano buscar el verdadero consuelo en las
personas que nos quieren, en los amigos. Sabiendo que el que nos consuela
siempre es el Señor de la Salud, que remedia sobre todo la enfermedad del
egoísmo que no nos deja vivir en paz. Tenemos que buscar el verdadero consuelo
que nos debe llevar a entregar la vida por amor y no quedarnos en
lamentaciones.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
9ª ESTACIÓN:
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
Al principio de cada estación:
V.-Te
adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que
por tu santa Cruz redimiste al mundo.
“¡Padre, si es posible, que pase de
mí este cáliz! Pero no se haga como yo quiero sino como quieras tú”. Y
dice a Pedro: “¿Con que no habéis podido velar una hora conmigo?
Vigilad y orad para que no caigáis en tentación: el espíritu está pronto
pero la carne es débil”. Y alejándose de nuevo por segunda vez oró
así: “¡Padre, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase
tu voluntad!”. Volvió otra vez y los encontró dormidos… Los dejó y se fue
a orar por tercera vez repitiendo las mismas palabras”. (Mateo 26, 39-44).
Cae por tercera vez. Jesús nos dice
que tenemos que poner los ojos en todos los caídos y los que sufren.
Los preferidos del Señor de la Salud son los sufrientes, los caídos,
los que no tienen salud ni esperanza, los que solo en el Señor pueden
encontrar su refugio.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
10ª ESTACIÓN:
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Los soldados tomaron sus vestiduras
e hicieron cuatro partes, una para cada soldado y la túnica. La túnica
era sin costura tejida de una sola pieza de arriba abajo; Por eso se
dijeron: “no la rompamos, sino echemos a suertes a ver a quien le toca”.
Así se cumplía la escritura: se han repartido mis vestidos, han echado a
suerte mi túnica. Y esto es lo que hicieron los soldados. (Juan 19, 23-24).
Cuando la vida nos despoja de la
salud, que es el mayor bien que desea toda persona, solemos entrar en crisis,
nos rebotamos contra Dios ¿Por qué? Cristo despojado de sus vestiduras nos
recuerda que al ser despojados de la salud, de todo, el Señor de la Salud es
nuestra fuerza y esperanza.
Señor, que me falte todo menos tu
amor.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
11ª ESTACIÓN:
JESÚS ES CRUCIFICADO
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
“Condujeron a Jesús al lugar llamado
Gólgota. Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó. Lo crucifican… Era
la hora tercia… Estaba puesta la causa de su condena: “El rey de los
Judíos”. Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a
su izquierda”. (Marcos 15, 23-27).
Vivir crucificados es la realidad de
la mayoría de la gente de todos los tiempos. El Señor de la Salud sufriendo con
su mirada dulce nos recuerda que detrás de la noche viene galopando la aurora y
que siempre podemos acudir a quien tiene abierto el corazón.
Señor, que cuando la vida me
crucifique aprenda a vivir con un corazón “manso y humilde”.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
12ª ESTACIÓN:
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
“Junto a la cruz estaba su Madre, la
hermana de su Madre, María, mujer de Cleofás, y María
Magdalena. Jesús viendo a su madre y junto a ella al discípulo
que amaba, dice a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego le
dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el
discípulo la acogió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que ya
todo estaba cumplido, para que se cumpliera la escritura dice:
“Tengo sed”… Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en
vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando Jesús tomó el vinagre y dijo:
“Todo está cumplido”, e inclinando la cabeza, entregó el espíritu. (Juan 19, 25-30).
El Señor de la Salud tiene los ojos
abiertos mirando al Padre. Al morir nos deja el secreto de su corazón, nuestra
salud, la que cura todas las heridas, su infinita misericordia a la que siempre
podemos acudir. Él nos dice que con Él nuestra vida siempre tiene salida cuando
confiamos. Que se lo pregunten al Buen Ladrón, a la Samaritana, a Zaqueo,
a la Magdalena.
Señor, que al morir a todos los
problemas de la vida me ayude, como Tú, a tener siempre abierto el corazón.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
13ª ESTACIÓN:
JESÚS EN LOS BRAZOS DE SU MADRE, LA VIRGEN
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Jesús les respondió: “Ha llegado la
hora de que sea glorificado el hijo del hombre. En verdad, en verdad
os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él
solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el
que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno
me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor.
Si alguno me sirve, el Padre le honrará. (Juan 12, 23-26).
Al Señor de la Salud siempre lo
encontramos en los brazos de su Madre. Te pedimos, Jesús de la Salud, morir
como Tú en brazos del Padre y ser colocados en los brazos de tu Madre y Madre
nuestra, para vivir con la eterna salud de la salvación.
Madre de Dios y Estrella nuestra,
que ningún sufrimiento amargue mi vida.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
14ª ESTACIÓN:
JESÚS ES SEPULTADO
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Había un huerto cerca del sitio
donde fue crucificado Jesús, y en él un sepulcro nuevo, en el cual aún
nadie había sido enterrado y pusieron allí a Jesús. (Juan 19, 41- 42).
Si el grano de trigo no muere no da
fruto, había dichoJesús. No nos acabamos de creer que para vivir hay que morir.
Creemos que la última palabra la tiene el dolor, el pecado, la enfermedad, la
muerte y sin embargo podemos decir que la última palabra la tiene la vida, la
salud que nos trae Cristo que es la salvación y que es más fuerte que el
pecado, el dolor y la muerte. Señor de la Salud, sé Tú nuestra victoria y
nuestro triunfo en todos los instantes de nuestra vida.
Medítese el momento de la
Pasión.
Padrenuestro.
15ª ESTACIÓN:
JESÚS RESUCITA DE ENTRE LOS MUERTOS
Al principio de cada
estación:
V.-Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
El primer día de la
semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que
habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y
entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban
desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras
deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la
vista del suelo, ellos les preguntaron: “¿Por qué buscan entre los muertos al
que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía
cuando aún estaba en Galilea: “Es necesario que el Hijo del hombre sea
entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al
tercer día””. Y las mujeres recordaron sus palabras.
El Señor de la Salud es
un Cristo Vivo. No es un Cristo muerto. Está sentenciado, pero no derrotado. Lo
han maniatado, pero no pueden impedirle que nos bendiga con su Corazón abierto.
Está lleno de salud y de vida aunque tenga que pasar por la muerte. Él vive
para siempre y es nuestra salud y nuestra esperanza.
Si el Señor nos
demuestra que nos ama muriendo, todavía nos demuestra más que nos ama viviendo
por nosotros y “por nuestra salvación”.
Medítese el momento de la
Resurrección.
Padrenuestro.
Reflexión final:
El Vía-Crucis, es el
camino de la cruz recorrido con fe, con una fe, a veces débil, pero que está
ahí, aunque es duro este camino, pero como decía Santa Teresa con tan buen
amigo todo se puede sufrir. El tremendo camino de la cruz, el que se vive sin
ninguna esperanza es el de aquellos que dicen no creer, es un camino que es
insoportable y sobre todo que tiene muy difícil solución. Sin Fe la cruz es el
final de la vida. Para todos aquellos que viven en la oscuridad, que dicen no
creer Jesús ha gritado en la cruz: “Dios mío, Díos mío, ¿por qué me has
abandonado?”. Esto lo ha dicho unido a todos los que recorren el camino de la
cruz aparentemente solos y sin ninguna esperanza: los ateos, los agnósticos,
los que viven en continua crisis de Fe.
Nosotros, ante el Señor
de la Salud, los recordamos y pedimos por ellos. A lo mejor algunas de estas
personas son de nuestra familia, son amigos, son gentes muy queridas que nunca
están ni estarán lejos de nuestro corazón.
Por ellos en este
Vía-Crucis del Señor de la Salud pedimos y los llevamos en el corazón.
Oración final:
V. Nuestro Padre Jesús de la Salud, que desde lo
más profundo de tu Corazón, intercedes al Padre por todos nosotros, para que
“seamos santos e irreprochables en el Amor”.
Te pedimos por la
humanidad, por la ciudad de Cáceres y sus habitantes, ayúdanos a transformar la
vida por nuestra Diócesis, de saber que Tú eres nuestra Salud desde el
sufrimiento con la esperanza cierta
R. Amén.