miércoles, 24 de marzo de 2010

NOVENA A SAN SEBASTIÁN MÁRTIR




Elementos comunes para cada día de la Novena.

V. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.

Acto de contricción:

Señor mío, Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, 
por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas,
 me pesa de todo corazón haberos ofendido;
propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
 Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos,
en satisfacción de todos mis pecados, y,
 así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita,
que los perdonéis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte,
y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio,
hasta el fin de mi vida.

Amén.

Oración preparatoria para todos los días:

Oh glorioso mártir San Sebastián, valeroso abogado contra las epidemias de nuestra ciudad de Cáceres, que derramaste tu sangre y diste tu vida como testimonio de Fe en nuestro Señor Jesucristo, del mismo Señor alcánzanos la gracia de vencer a nuestros enemigos; el mundo, el demonio y la carne. 
Con tu poderosa intercesión, protege los hijos de esta tierra, líbranos a todos de la peste, el hambre y la guerra, sobre todo de la peste moral que precipita en el abismo a tantas almas. 
San Sebastián, poderoso defensor contra la peste, el hambre y la guerra.
Ruega por nosotros. 
Amén.

Terminada la oración preparatoria se lee la meditación del día correspondiente y se acaba con la Oración Final

Oración:

Dios, que al Glorioso Mártir San Sebastián le infundisteis coraje y valentía para ayudar a sus hermanos cristianos, infunde tu gracia en nuestra tierra para que por sus merecimientos seamos librados de la epidemia, la guerra y el hambre, por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

DÍA PRIMERO

Al iniciar hoy la novena de este Glorioso Santo, pongámonos delante de él como un ejemplo vivísimo de Fe. El fue cristiano en los tiempos del emperador Diocleciano en Roma. Vivió en los tiempos de la persecución. Muchos fueron presos, degradados y muertos en Roma por causa de Jesucristo. En aquellos tiempos no era fácil ser cristiano. Sebastián era capitán de la guardia del emperador. Por eso mismo conociendo mejor el riesgo que iba a correr, pidió ser admitido como cristiano. Pasó por el catecumenado, fue instruido sobre los compromisos de fe, y recibió conscientemente el bautismo.




DÍA SEGUNDO

Sebastián, hecho cristiano por el bautismo, comenzó a ser en Roma, entre muchos hermanos en la fe, vivo testimonio de caridad. Dicen los historiadores que, como consecuencia de las persecuciones, eran entonces numerosos los prisioneros y los que se hacían pobres porque el gobierno secuestraba sus bienes. Sebastián se entregó al intenso ejercicio de la caridad, visitando y confortando a los encarcelados, dando valor y ayuda a los que sufrían por la pobreza. Mucho antes, pues, de dar testimonio de martirio, Sebastián daba delante de todos el testimonio de la caridad.

DÍA TERCERO

San Sebastián, militar de rígido temperamento, tenía carácter fuerte y varonil. Se distinguió por el coraje y fortaleza con que servía a la autoridad imperial. Convirtiéndose al cristianismo y siendo bautizado, el Espíritu Santo transformó por la gracia estos dones naturales que en él resplandecían. Así colocó su alma al servicio de Dios con toda valentía; pasando de soldado del emperador a soldado de Cristo. Con el mismo coraje y fortaleza con que sirvió a su Señor temporal, lo combatió y le resistió las persecuciones debido a sus prácticas religiosas. Sin asombro y sin miedo enfrentó la persecución y el martirio y nunca renegó de su fe.

DÍA CUARTO

San Sebastián participó de la injusta persecución que alcanzó la Iglesia en sus primeros años en Roma. Los decretos del emperador que mandaba reprimir las prácticas cristianas, alcanzaron muchas y tal vez millones de personas. Fue una época de grandes sufrimientos para la gente, en su mayoría humildes. Los pobres y los humildes eran los que más hermosamente abrazaban el cristianismo. Era una situación de gran injusticia. San Sebastián altamente situado, por ser capitán de la guardia imperial, fue también envuelta en las mismas persecuciones, exactamente por ser fiel a la voz de la conciencia. Es tal vez, la más grave injusticia, la de levantarse contra la conciencia de una persona y aprenderla, torturarla y matarla por motivos de conciencia.




DÍA QUINTO

El mártir San Sebastián, no fue solamente una víctima de la persecución romana, ni un virtuoso mártir como los otros cristianos. El suplicio que sufrió se caracterizó por la doble violencia brutal contra su persona. Primeramente, San Sebastián fue entregado a los azotes para ser muerto a flechazos. Amarrado a un tronco de árbol, dispararon contra su cuerpo numerosas flechas, dejándolo desangrar. Se creyó que estaba muerto, una señora piadosa que lo encontró en el bosque lo llevó a su casa y él se salvó. La segunda vez fue prisionero, cuando apareció delante del emperador en una fiesta pública, y lo mataron a golpes delante de la multitud. Siendo el hombre doblemente martirizado y violentado, puede ser considerado en el cielo, el patrono contra los violentos y las calamidades de la tierra.

DÍA SEXTO

A San Sebastiáan se le tiene como defensor de los campos y principalmente de los rebaños. Existen en muchos lugares la costumbre de ofrecer a San Sebastián, becerros, lechazos y frutos. Pidámosle que defienda y proteja a los animales de la epidemia y las enfermedades. No se sabe de dónde procede la tradición. Sería por ventura, porque San Sebastián sufrió el martirio en una floresta, amarrado de un tronco de árbol, o en una época particularmente difícil para el rebaño de Dios.

DÍA SÉPTIMO

En los tiempos del Emperador Diocleciano, Sebastián entró en la milicia imperial. Joven, robusto y de buenas costumbres, unió a estas cualidades el coraje, la dedicación a las armas y el amor a la patria. Luchando se ganó la estima y la confianza de sus superiores y del propio emperador. En poco tiempo conquistó puestos en la milicia, y según dice la tradición, llegó a ser capitán de la guardia imperial. Cuándo se preparó para el bautismo, aprendió como catecúmeno, que la vida cristiana debía ser un compromiso con Cristo, como la vida militar era un compromiso con la patria. Reconociendo que Cristo es el Rey de Reyes, prefirió y obedeció lo que manda Cristo y no lo que manda un hombre.

DÍA OCTAVO

La piedad popular tiene a San Sebastián como protector contra el hambre, la peste y la guerra. Posiblemente porque en alguna época de la historia, acudieron a su intercesión delante del tormento de la peste. La ayuda del Santo fue propicia en estas circunstancias, y por ello se pasó a invocarlo con especial devoción, para que defendiera las poblaciones de la peste. Por todos los rincones del mundo se implora la protección de este Santo; para que las poblaciones no sean atacados por las epidemias, rabias, y demás pestes. Es muy grande la devoción de nuestro pueblo y nunca está de más rogar a Dios, por la intercesión de un Santo que se ha mostrado tan poderoso. Tengamos confianza en Dios que puede revelarse a través de prodigios. Es con este espíritu de comprensión que invocamos al poderoso Santo, para que se nuestro protector contra las guerras, el hambre, la peste y todas las epidemias




DÍA NOVENO

San Sebastián, a quien veneramos e invocamos en esta novena, fue como todos nosotros, escogido por Dios para recibir la gracia del bautismo y colocarse al servicio de la Iglesia. Tuvo una vocación particular a la que Dios lo llamó y desempeñó en la Iglesia de Roma, un ministerio de laico. Recibió de Dios excelentes carismas y dones para testimoniar la fe, practicar la caridad y padecer el martirio. Sin una vocación y dones especiales de Dios, no podría haber cumplido sus deberes cristianos, unidos a las funciones militares. Ser coronado, en fin, con grandes gracias, y de derramar la sangre por Jesucristo. Todos nosotros, cada uno a su modo y en su lugar, fuimos también llamados por Dios, primeramente para el bautismo y después para testimoniar en la Iglesia la vida de cristiano.